Factor económico

Axel Christensen, BlackRock: “Preocupa que en la región no tenemos todavía un tema descollante para competir a EEUU”

El director de estrategia de inversiones para América Latina de una las firmas de administración de activos más importantes del mundo, analiza las mega fuerzas que están en movimiento y que darán forma al mundo. Señala que hay cambios estructurales que podrían beneficiar a la región.

Por: Marcela Vélez-Plickert | Publicado: Sábado 13 de julio de 2024 a las 04:00 hrs.
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Fotos: Rodolfo Jara
Fotos: Rodolfo Jara

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Es casi una tradición. Con el cambio del semestre comienzan las proyecciones para el siguiente año. Pero BlackRock está pensando en una mirada de más largo plazo. “Seis o doce meses es un período muy corto”, responde varias veces Axel Christensen, el director de estrategia de inversiones para América Latina de BlackRock, cuando se le pregunta sobre una mirada a futuro.

En su lugar, Christensen prefiere profundizar en las mega fuerzas que están en movimiento y que darán forma al mundo, y con éste a los mercados financieros, de un futuro no muy lejano.

En su revisión de medio año, BlackRock identifica cinco cambios estructurales, en un proceso de transformación “a una escala pocas veces vista en la historia”. Estas megafuerzas son la transformación tecnológica impulsada por la Inteligencia Artificial, la transición energética hacia una economía de bajas emisiones de carbono, la reconfiguración de las cadenas de suministro, el cambio demográfico y una reestructuración en el mercado financiero hacia el capital privado.

Un profesor me dijo que el primer paso para que las cosas mejoren es que dejen de empeorar. Y en ese sentido, las cosas en Chile han dejado de empeorar.

“El término megafuerza no es casual. Son cambios que son capaces de atraer flujos de inversión, capaces de traspasar factores de incertidumbre que hemos visto estos años, como la inflación o la parte geopolítica. Pueden ser fuente de oportunidad y de utilidad”, agrega Christensen.

El primero de estos grandes cambios, y es una confirmación de la tendencia que ya identificaron a inicios de 2024, es el desarrollo de la Inteligencia Artificial (IA). BlackRock no sólo considera que los valores de las acciones ligadas a la IA están justificados en sólidos resultados, también proyecta que las inversiones en esta industria podrían crecer entre 60% y 100% anual en los próximos años.

Es más, en conjunto con la transición energética, las inversiones en IA a 2030 podrían igualar al capital dedicado al desarrollo de Internet y tecnologías de la información entre 1970 y 2010.

Christensen destaca, precisamente, cómo estos cambios se entrelazan unos con otros. Por ejemplo, un elemento clave del desarrollo de la IA es la infraestructura energética.

“Aquí hay una gran conexión con Sudamérica, que es donde están los países beneficiados por la transición energética y las demandas de materias primas críticas para esa transición. La IA conlleva una demanda muy importante de suministro eléctrico, lo que llevará posiblemente a una mayor demanda por materias primas para esa electrificación, y el cobre o el litio permiten una electrificación más eficiente a través de baterías. Esa también es una megafuerza”.

Algo que tienen en común estos dos procesos es la demanda por infraestructura, y con ella la movilización de capital para construirla. Un ejemplo cercano es la inversión que se requiere para movilizar el cobre y el litio para las baterías, las redes eléctricas para conectar los centros de datos. Pero también infraestructura básica como escuelas y hospitales en países con poblaciones crecientes (la divergencia demográfica es otra gran tendencia).

Un proceso que requerirá, además, de mayor producción industrial que ya no se concentrará sólo en China. Junto con la IA, la transición energética y la divergencia demográfica, BlackRock identifica un proceso de “recableado” en las cadenas de suministros mundiales. “Aquí aparecen términos como nearshoring o friendshoring (llevar la producción a países aliados) y países ganadores como México e India”, apunta Christensen.

Finalmente, el desarrollo de esta infraestructura eléctrica, industrial, minera, requiere de financiamiento. Es la quinta megafuerza que identifica BlackRock: una menor participación de las fuentes tradicionales de financiamiento, especialmente en EEUU, como son los bancos, a favor de fondos que dan créditos de manera directa.

Estas cinco grandes tendencias plantean oportunidades, pero también desafíos, especialmente en Latinoamérica.

“La oportunidad que tiene México por el nearshoring, que tiene Sudamérica por la demanda de materias primas, se va a quedar muy reducida, no va a ser plena, si no se llevan a cabo muchas inversiones en infraestructura. En el caso de México necesita mayor oferta de energía, de generación eléctrica, debe resolver temas críticos como el suministro de agua. En el caso de Sudamérica, crear condiciones, en el sentido de que los países cuenten con marcos regulatorios claros, reglas del juego más o menos permanentes, condiciones amigables a la inversión. En Latinoamérica hemos creado una ciencia nueva, que se llama permisología, también refleja uno de los obstáculos para que estas tremendas oportunidades se materialicen”.

-¿Son estos cambios una condición permanente o está Latinoamérica frente a una ventana limitada de oportunidad?

-La respuesta franca es no lo sabemos. Pero usando de referencia procesos pasados. Veamos qué pasó con el salitre en Chile. Tuvo un boom, pero el precio se elevó tanto que otros países tuvieron un incentivo muy potente para generar una alternativa, en este caso fue una alternativa sintética. Es decir, si no hay aumento de la producción, si no hay suficiente inversión para aumentarla… Si los precios se mantienen altos por mucho tiempo, incentiva a la búsqueda de alternativas. Las condiciones del mercado pueden apurar a que exista sustitución más rápida; y por lo tanto esa ventana se pueda cerrar.

-¿Es posible competir por la inversión? EEUU parece estar absorbiendo el capital disponible, y no sólo en acciones como Nvidia.

-Es una competencia difícil. Primero por el grado de especialización, de atracción que tiene EEUU con respecto a la innovación. La existencia de hubs tecnológicos, sabemos que el talento atrae talento de todo el mundo. Pero no es solamente movilidad de personas. Las principales compañías tecnológicas que se han fundado en América Latina durante los últimos 20 años no están listadas en bolsas latinoamericanas, van directamente a listarse a EEUU. Ya sea por ser un mercado más experimentado, pueden quizás obtener mejores condiciones, mejores múltiplos. No solamente tenemos que superar las barreras de atraer a personas, sino las barreras para atraer capital. Son desafíos que no están limitados a Latinoamérica. Europa también enfrenta algunos de esos desafíos.

-¿De ahí la recomendación de sobreponderar EEUU?

-Cuando hacemos esa recomendación, no es por el resultado de mirar las condiciones macroeconómicas de EEUU, no es una llamada a invertir en todas las industrias en ese país por igual. Es el resultado de constatar.  Creemos que las empresas que se van a beneficiar por esa megafuerza de la IA, si identificamos las industrias, los sectores, incluso compañía a compañía, formamos una especie de canasta, y traducimos esa canasta a un plano geográfico, EEUU lidera ese grupo. La excepcionalidad de EEUU va a seguir siendo predominante. Pero no hay garantías. Las tensiones geopolíticas están obligando a que China desarrolle su propia tecnología. Ese podría ser otro foco.

-¿Cómo participaría Latinoamérica?

-Posiblemente México podría avanzar en esa escala de sofisticación, por la integración con EEUU. Hoy de alguna forma ya lo hace, a través de los vehículos eléctricos, que son robots sobre ruedas. Hay potencial para que eso se incremente. Pero, nuevamente, es una oportunidad, que México no va a poder aprovechar si se queda con los brazos cruzados. Ni Chile, ni Perú, ni Argentina con sus reservas de litio no les va a ser suficiente. Van a tener que actuar y el elemento de inversión en infraestructura es clave.

- ¿Cuál puede ser el impacto de la IA para la región?

-México podría eventualmente ser un lugar donde se establezca una capacidad de producción de semiconductores y de tecnología más sofisticada. Para el resto de la región, para ser sincero, es difícil verlo más allá de esa arista de mayor demanda eléctrica y con ello más demanda de materias primas.

No sabemos muy bien, si la IA va a nivelar más la cancha o extremar las diferencias aún más. Si la nivelara, los países latinoamericanos podrían eventualmente ser lugares donde se germinen mayores posibilidades.

Podríamos ver un proceso similar al sucedido durante la Revolución Industrial, en que los países latinoamericanos adoptaron la tecnología que les permitió mejorar la productividad, por ejemplo, de su actividad agrícola.

Pero esa no debería ser la prioridad en la agenda de la región. Lo que más preocupa en América Latina, respecto a EEUU particularmente, es que no tenemos nada descollante, que compense los riesgos que se corren como inversionista global. Tenemos que esforzarnos más.

En general creo que la región está razonadamente bien parada, salvo la falta de factores claros que puedan impulsar el crecimiento más allá de lo mínimo que estamos viendo ahora; y, lo segundo, que es una condición necesaria quizás para lo primero es que hay señales… Ese entramado institucional que permitía que, independiente el signo político del Gobierno de turno en América latina, las cosas más o menos marchaban lo suficientemente bien como para seguir atrayendo flujos de capital, ese entramado institucional hoy día puede estar más más endeble.

Un Chile diferente

Chile no está solo en sus problemas para atraer inversiones. Pero esto no debe ser una justificación para lo que Christensen ve como un estancamiento del país.

"Un profesor me dijo que el primer paso para que las cosas mejoren es que dejen de empeorar. Y en ese sentido, las cosas en Chile han dejado de empeorar. El crecimiento ha sido sorprendentemente favorable, aunque todavía no es un número que uno podría celebrar. La economía chilena todavía es baja, está prácticamente estancada, con un mercado laboral cuya calidad se ha venido deteriorando. Lo que crece son los empleos informales, lo cual trae implicaciones”, explica.

El potencial de Chile, por el cobre, por el litio, es innegable, apunta Christensen. Pero él mismo pregunta: ¿Están las condiciones para que la inversión minera se mantenga?

Responde que probablemente seis a 12 meses sea un período un poco ajustado para sacar conclusiones. “Pero en el corto plazo, creo que debemos mirar el vaso medio lleno. Al menos las compañías que tienen actividad en Chile, empezando por algunas empresas mineras, han anunciado su intención de ir materializando nuevas inversiones para aumentar la producción. La gran pregunta es si las condiciones están para que nuevos entrantes lo hagan, y en seis a 12 meses es difícil encontrar señales demasiado claras al respecto”.

Christensen ve con optimismo la normalización en las tasas de interés y las condiciones de mercado, tras el impacto de los retiros previsional en el tamaño del mercado de capitales. “Eso significa menos financiamiento para obras de infraestructura o para que las propias personas financien la compra de vivienda. Eso eventualmente se va a comenzar a resolver”, agrega, y cita la caída “importante” de las tasas de interés.

Más importante aún. Christensen cree que en el mercado local se requiere de un cambio de mentalidad. “Yo veo esto de la siguiente manera: muchas veces me dicen que la oportunidad en Chile hoy es mucho menos favorable que el Chile precrisis social. No te puedo cuestionar eso. Pero lo que te puedo cuestionar es que esa oportunidad de inversión no existe. Ese Chile no existe. Yo voy a comparar con respecto a las oportunidades en México o Colombia, ese es mi set de oportunidades. Tampoco lo podría comparar con Brasil de 2019. En ese contexto, Chile tiene cierto atractivo relativo al resto de la región. De nuevo, no creo que tenga mucho sentido compararnos con cómo era la economía antes. Me da la impresión de que hay muchos analistas, sobre todo a nivel local, que les es difícil salir de esa comparación. Para mí es un poquito una pérdida de tiempo”.

LOS ESCENARIOS DE BLACKROCK

Uno de los principales mensajes de BlackRock es que el mundo es demasiado complejo como para “casarse” con un escenario base. Sin embargo, y por presión de sus clientes afirma Christensen, definen el escenario más probable como uno en que “el impulso tecnológico de la IA es suficientemente potente como para llevarnos a inclinar a nuestra posición a mantenernos en acciones en EEUU”.

En su escenario positivo, la IA da muestras claras de aportes a la productividad, lo que podría dar mayor espacio para extender el rally accionario, mientras la incertidumbre geopolítica pasa a un segundo plano.

Pero la economía mundial podría tomar otros cuatro caminos, al menos, diferentes en el corto plazo. Por ejemplo, en un escenario menos positivo la inflación impide recortes de tasas, mientras el crecimiento se desacelera con fuerza, provocando un fuerte golpe a las acciones incluyendo las vinculadas a IA.

Podríamos también tener un escenario de desaceleración económica moderada, pero con una inflación persistente.

También sería posible que el crecimiento impulsado por la IA se generalice, aumente la productividad, pero sin efecto inflacionario permitiendo recortes de tasas de interés.

Finalmente, un escenario que incluye una recesión de EEUU en los próximos 12 meses pondría en riesgo las valoraciones de las empresas tecnológicas.

Además, y casi como otra megafuerza, BlackRock hace una apuesta fuerte por Japón. Un país en un proceso de normalización económica, con inflación moderada y buenos fundamentos de empresas. Además de ser un país que ya está adoptando medidas para enfrentar el cambio demográfico.

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